La escritura responde principalmente a la necesidad de contar historias y todos tenemos una historia que contar: más larga, más corta, nuestra propia historia, la de los demás o una inventada…

Quién no se ha emocionado con las batallitas del abuelo o quién no guarda en su memoria las anécdotas de una infancia feliz, triste, enigmática o intrépida…

Los recuerdos, nuestros o de alguien cercano, proporcionan también algunas de las claves de nuestra personalidad.

¿Cómo fueron mis inicios profesionales? ¿A quién tuve la suerte o la desgracia de conocer en mi trayectoria? y ¿cómo o por qué marcó mi vida? ¿Cómo fui capaz de salir adelante para convertirme en la persona que soy hoy en día?

Todas esas preguntas y muchas otras son las que provocan la necesidad de escribir.

Para algunas personas, escribir un libro representa un ejercicio reivindicativo de su propia existencia, de su experiencia vital.

Sin embargo, escribir no es tarea fácil.