La lectura profesional es algo más complejo de lo que puede parecer. Aunque sea una de mis facetas profesionales más placenteras, lo reconozco.
Leer para una editorial es un compromiso que implica el análisis exhaustivo del texto. Cada línea es importante, por lo que queda descartada una lectura superficial o en diagonal.

La mayoría de manuscritos que llegan a mis manos representan el esfuerzo y la ilusión de su autor. El sueño de ver su obra publicada depende también de mi criterio. De manera que, el Informe de Lectura posterior, debe reflejar la profesionalidad contratada por la editorial y el respeto que merece el propio autor.

Es difícil que un autor sea capaz de valorar su propia obra. Por supuesto, consultar con amigos, familiares y ávidos lectores conocidos es un primer paso efectivo. Sin embargo, para conocer la viabilidad y la calidad de una obra, las editoriales confían en el criterio de un lector profesional, que emitirá un informe donde se evalúen de forma imparcial y profesional todos los aspectos relevantes de la obra literaria.